MI POEMA DEDICADO A LA TIERRA

TIERRA CUÉNTAME


¿Qué quieres que te cuente?
Soy tan anciana y a la vez tan jovial…
Nací diferente a como me ves ahora.
Fui tomando forma, redondeándome.
El Sol, mi fiel aliado y compañero
me dio la vida con su luz y calor,
luego llegó la Luna, vecina entrañable,
y juntos los tres en armoniosa asociación
comenzamos la bella danza sideral.

Pasé por múltiples etapas y procesos
a los que la historia llama eras.
Cambié mi apariencia con el agua 
de los mares y océanos, ríos y lagos; 
me mantuve fría, cubierta con la blanca nieve 
y ardiente, con la arena de los tórridos desiertos.
Así transcurrieron siglos y milenios,
incluso millones de años, los recuerdo.

Lo que soy hoy y guardo en mi ser
es fruto de un profundo trabajo premeditado
lo llevé a cabo con los emisarios de Dios
que me custodiaron y protegieron 
para que un día “tú” vivieras en mí.

Me presento a ti, humano: Yo soy la Tierra.
¡He vivido tantas metamorfosis!

Soy el soporte para tu cuerpo físico.
Por medio de mis plantas y frutos,
te alimentas sanamente. Algunos animales
se prestaron voluntarios para ser el sustento.
Otros, sin embargo, son los acompañantes,
más cercanos que cualesquier otro conocido, 
que con mucha sensibilidad, cariño y lealtad
se presentaron para ser esa compañía añorada.
Sus espíritus con esmero viajaron desde otros
lugares del cosmos, ellos son los perros y los gatos.

Yo, la Tierra, soy vulnerable.
La mano del hombre quiere doblegarme;
a veces cree que lo consigue; pero
poseo una gran fuerza y con el tiempo
logro recuperar de continuo mi aliento.
En otros momentos, el daño es tan enorme
que mi naturaleza, angustiada,
llora esperando que las lágrimas
rieguen los corazones de los hombres
para convertirlos en seres conscientes 
responsables de sus actos.

Si tú, amigo, te consideras un ser viviente,
¿Crees que yo que te doy a ti la vida
no la poseo y además en alto grado?
Disfruto en mi esencia de los cuatro elementos
agua, aire, fuego y tierra, creadores de vida.
A mi alrededor, junto a lo que inhalas,
están las partículas que no ves:
plasma, éter, prana y energía universal,
traen información elevada que llega
a las auras para ser decodificada
y convertida en mensajes celestiales.

Tengo consciencia, guardo la memoria
de lo ocurrido en mi presencia.
No importa cuando pudo suceder un evento,
en el eterno presente sigue almacenado,
luego, se recuperan ciertos hechos remotos,
dignos de contar, que vivieron los antepasados
que con mucha dignidad encontraron felicidad.

Mi cerebro ocupa todo el planeta.
Nunca he olvidado ningún suceso.
En este período, como ser que respiro,
me habéis puesto un bello nombre: Gaia.
Soy longeva. Algunos me llaman Abuela Tierra.
Recuerda que para ti soy como una Madre
ya que te doy nacimiento y cuido, te preparo
para el viaje final de este a otro paraje.

Al clausurar aquí tu estancia, el espíritu 
marchará al plano superior de amor, 
el cuerpo quedará en mis entrañas,
a mí volverá, 
ya que nada jamás se pierde o desaparece;
solo sufre transformaciones con el fin
de continuar el proceso evolutivo divino.

El día 22 de abril de cada año, que es
el día 19 de la Luna Planetaria, os recuerdo
que todos habitamos en la misma morada.
Por amor pido que yo, la Tierra, sea respetada,
considerada parte esencial de vuestra familia.
Da igual si soy para ti Tierra, Gaia, Abuela o Madre,
en el fondo el vínculo que poseemos, 
nos transporta más allá del universo profundo.

Hemos sido creados para convivir en armonía.
Yo la Tierra, y tú el humano, formamos parte de un
mismo linaje planetario, solar, galáctico y cósmico.

¡Bienvenidos a la Tierra humanos!

Maria Teresa Rodríguez Cabrera

www.ondaencantada.com 

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